Carta de un desahuciado
Señor Presidente, señor Ministro de Economía, señor Ministro de Hacienda,
Mi nombre es Manuel y soy un desahuciado. Les escribo con la esperanza quizá ingenua de que tengan un Rato para atenderme. Sé que tienen una agenda muy ocupada salvando bancos pero me permito recordarles que su verdadera función es salvarnos a nosotros de los bancos y que es a personas como yo y no a los banqueros a los que ustedes representan, aunque éste último punto empiezo a dudarlo.
En cualquier caso, quería hablarles de mí porque vivo una situación desesperada y necesito con urgencia un rescate. O si ustedes lo prefieren, la apertura de una línea de crédito. Lo necesito para pagar lo que me queda de hipoteca y recuperar así mi casa que estuve pagando durante años hasta que perdí mi trabajo. Si quieren pueden ustedes dárselo directamente al banco de mi parte y pedirles que me devuelvan mi casa. Yo seguiré pagando lo que debo en cuanto pueda. Ahora me es imposible porque llevo dos años en paro.
Imagino que mi petición les parecerá descabellada. Cómo se le ocurre a un ciudadano pedirnos dinero. No me atrevería a hacerlo si no estuviera desesperado. Pero además, en mi desesperación, he tenido tiempo de ir atando algunos cabos y me parece que no es tan absurdo. Verán. Yo jamás he ocultado o manipulado mis cuentas y mis deudas. Jamás he cobrado un sueldo millonario por hundir una empresa y cuando he perdido algún trabajo no me he llevado ninguna pensión de escándalo. Soy un trabajador fiable y nunca he cobrado más de lo que merezco ni he defraudado a mis empleadores ni a la Hacienda Pública. He devuelto hasta el último euro de todo lo que he comprado hasta que la crisis me dejó sin trabajo. En suma: Yo soy mucho más fiable que los bancos.
Además, yo no he provocado este desastre, no debería ser el que lo pague sino a quien se salvaguarde. Han sido las malas prácticas bancarias que ustedes y el gobierno anterior permitieron durante años porque se les hinchaba el pecho como una pompa de jabón de lo orgullosos que estábamos con nuestros ladrillos y nuestro sistema bancario. Son ustedes los responsables de la burbuja inmobiliaria.Deberían ser ustedes los que pagaran por ello, no yo. Deberían pagar los bancos, no pagarles a los bancos.
Por último. El dinero del préstamo nos lo van a dar a nosotros, no a los bancos. Por eso vendrán los mandamases del mundo a vigilar que sigamos cumpliendo con los ajustes, por mucho que ustedes nieguen que el préstamo tenga condiciones. No tiene sentido que nosotros suframos las condiciones y los bancos se lleven el préstamo. No tiene sentido que le demos nuestro dinero a los mismos bancos que nos desahucian. No tiene sentido que nosotros respondamos por ese préstamo y ellos no tengan que responder ante nosotros. Si nosotros sufrimos las condiciones, tendremos que poder imponérselas a la banca. Pues éstas son mis condiciones:
Depuren sus cuentas, sus sueldos y sus responsabilidades. Impónganles medidas para salvaguardar a los hipotecados. Impóngales a ellos las mismas condiciones de ajuste que a nosotros nos han impuesto y verán que no es tanto lo que necesitan. Repartan el resto del dinero para incentivar el empleo y reanimar la educación, la investigación y el sistema sanitario. Inviertan en capital humano, no en capitalistas inhumanos.
Y rescaten a los parados, los desahuciados, los más necesitados. Rescaten a los que les elegimos y les pagamos. Les conviene si quieren ser elegidos y conservar su trabajo. Les conviene porque somos más fiables y no provocamos grandes desastres. Y además, no les robaremos porque no nos gusta robarnos a nosotros mismos. Y se lo devolveremos con creces porque nos va la vida en ello.
No vuelvan a tirar el dinero regalándoselo a ladrones. Rescaten a su país, no a los piratas que lo están hundiendo.
Atentamente, un ciudadano, que no cliente.
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